Cantar
el himno nacional ha de ser una obligación, eso debía pensar el capitán francés, Étienne
Mattler (Belfort, 1905-1986), en plena era fascista. El 4 de diciembre de 1938
en un partido entre Italia y Francia disputado en Nápoles, las autoridades italianas
privaron a los jugadores franceses de cantar La Marsellesa. Mattler no podía
creer que esto estuviera pasando, más aún, cuando los italianos, ataviados con
camisas negras, hicieron el saludo fascista ante las autoridades presidenciales.
Italia
con el reciente título de campeones del mundo quería hacer sus honores delante
del combinado galo, al que precisamente derrotó en cuartos de final de aquel mundial disputado
en Francia. Por lo tanto, la revancha francesa se esperaba con ansia.
Con
jugadores como Silvio Piola y Giovanni Ferrari, la Nazionale, ante 65.000
tifosi, derrotaría nuevamente al combinado galo por 1-0. Tras la prohibición de
cantar La Marsellesa, Mattler y los suyos salieron a morder, y tanto fue así,
que el "León de Belfort" acabaría con la cabeza vendada tras haberle propinado un
cabezazo involuntario a Silvio Piola, el cual, terminaría el partido con la
mitad de los dientes rotos.
A pesar
de esto, la delegación francesa fue invitada al banquete posterior al partido.
La mayoría de los jugadores se negaron a ir, pero Étienne les convenció, tenía
un plan preparado. Los jugadores italianos después de este importante triunfo,
no se privaron de festejarlo cantando y alabando la gloria del Duce. Ante tal
humillación, Mattler se subió a una mesa y empezó a cantar La Marsellesa a
gritos acompañado de Ben Barek, los demás jugadores franceses permanecerían
estupefactos ante este histórico patriótico gesto.
Todo el
mundo lo recuerda como un tipo aguerrido, batallador, que siempre acababa con
alguna parte del cuerpo lastimada: brechas en la cabeza, mandíbula fracturada,
esguinces de tobillo. En definitiva, era un tipo duro, sin embargo, siempre iba
a por el balón, jamás a por el hombre. Disputó los primeros tres mundiales de la historia acompañado en defensa por Laurent di
Lorto y Jules Vandooren, los cuales siempre intentaban guardar las espaldas del
bueno de Étienne.
En la Segunda Guerra Mundial, Mattler perteneció a la resistencia y fue arrestado en febrero de 1944, para más tarde,
escaparse del campo de prisioneros y liberar de los nazis su ciudad natal,
Belfort. Hoy Francia, todavía sigue escuchando La Marsellesa cantada por él.
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