miércoles, 10 de junio de 2015

Y si el fútbol llegase a cansarme...

Sé que suena muy extraño pero me empiezo a cansar del fútbol. Un deporte que es capaz de eliminar completamente tu raciocinio y convertirte en un auténtico animal salvaje. El fútbol desde bien pequeñitos nos ha dado todo. Alegrías y tristezas, y ahora, cuando maduras, piensas: ¿seré bobo?

Y es que ver a 22 tíos dar patadas a un balón, como dirían los poco unidos a este deporte, nos ha llevado a crear odio entre las propias personas. Si eres del Real Madrid detestas al Barcelona y viceversa, y no hay vuelta atrás. Te cabreas con tus amigos cuando pierde tu equipo y lo rebozas por toda la cara cuando gana.

Ahora el no va más es mezclar la política y el deporte rey. El estadio se ha convertido en un lugar de protesta cívica contra el gobierno o contra tu propio país. Insultos, pitos y gestos contra el enemigo, que si bien, estamos aceptando como forma de vida en una sociedad que presume de ser superior al hombre de Cromagnon.

Saber de fútbol te hace ser superior al resto. Puedes bajar al bar y opinar absolutamente de todo. Del nuevo técnico del Real Madrid, de la alineación del Barcelona, pero de lo que se trata es de ser el que más sabe y más razón tiene en sus comentarios.

El balompié nos sobrepasa. Hay que pararlo como sea. No nos damos cuenta de que nos lleva hacia la inutilidad total o parcial en nuestra capacidad de pensamiento. Que se quede como un entretenimiento, nada más. Y lo dice un tipo que aspira a vivir de ello como mecanismo informativo, sin embargo, me he dado cuenta de que la fama futbolística en todas las esferas hace tambalear los valores educacionales recibidos.

Hay gente que se nutre de subir en las famosas redes sociales fotos de futbolistas como si fueran dioses. ¿Por qué? ¿Por qué informamos de lo que hace un chaval sin estudios y que cobra en un año lo que nosotros jamás ganaremos en toda nuestra vida? Me abruma tanta información tan poco valiosa...

Creo que ya es demasiado tarde, pero al menos los que nos hemos dado cuenta debemos escapar cuanto antes de este agujero negro. Me da mucha pena que lleguemos a este extremo, pero hay que desengañarse, sobre todo, cuando este deporte es un negocio en el que los ricos son más ricos a costa de que los pobres sean más pobres.

domingo, 25 de enero de 2015

Nos estamos volviendo locos con Twitter


Ya son cuatro años los que llevo con Twitter, y cada día me sorprende más la gente que utiliza esta red social para catapultar su fama hasta límites insospechados. Para mí, Twitter es una herramienta de trabajo con la que puedo informar con buen léxico a numerosos interesados en mis noticias. Para otros, es una manera de humillar a la gente y sentirte superior al resto por el número de "followers" que uno tiene. 

Nos creemos que una persona que tiene muchísimos seguidores va a ser mejor que tú. Pues nos equivocamos. Hay "pseudoinformadores" que se dedican a escribir única y exclusivamente para conseguir los llamados RT's con el objetivo de aumentar sus seguidores para así ser más famoso. Y curiosamente, toda su amalgama de seguidores no tiene ni idea de que lo que dice no tiene ninguna coherencia. Pero como tiene 5.000 seguidores se le cree como a un Dios que ni siquiera tiene un código deontológico periodísitco. 

Quizás esté estancado en el ámbito deportivo y me mueva poco en otros, pero lo que veo en mi Twitter es para "mear y no echar gota". Gente que no es nadie, profesionalmente hablando, se permite hablar en un lenguaje totalmente en desuso. Ése es su leitmotiv. Se creen que por hablar rimbombantemente son dioses. (Lógicamente, muchos no me habéis entendido al escribir de esta manera, pero me da un toque atractivo).Y también como veis la palabra Dios en Twitter está muy repetida. 

En Twitter entiendo que se ha de informar bien, de opinar por supuesto de lo que tú quieras, y está en tu mentalidad seguir o no a la gente que te pueda aportar una veracidad. Es una manera de darte a conocer a todo el mundo, aunque luego no pongas tu cara o mientas sobre la edad que tienes. 

Nos estamos volviendo locos, y cada día me gusta menos la chulería con la que afrontan ciertas personas su día a día con el pajarito blanco o azul de los cojones. En 140 caracteres se cuenta muy poco, pero a la gente del rebaño le vale. Pues a mí no, Lo siento. Yo soy periodista, o al menos lo intento, y mi propósito es de informar con pelos y señales a todo el mundo por igual. Por eso Twitter nunca podrá sobrepasar a lo que puede escribirse en un periódico o en una página web. 

Odio, repito, odio, a la gente que informa con chulería por creerse más que nadie. De momento los RT's no se pagan, pero llegará el día que nos volvamos todos tan locos, que copiemos la información de otros por buscar fama o ¿eso pasa ya? Recordamos que toda esa información que manejáis está elaborada por unos periodistas. Y que sin estos periodistas vosotros afamados dioses twitteros no tendríais absolutamente nada, a no ser que estuvierais en el lugar y momento adecuado para dar la noticia. El problema es que ni siquiera os movéis de casa para dar la información y aprovecháis el trabajo de cada periodista para dar vuestra propia veracidad de los hechos y, repito, aunque no exista esta palabra, "malinformais".

Dicho esto, subiré esta humilde opinión a Twitter con el objetivo de conseguir los mayores RT's posibles y que aumenten mis seguidores, porque de esta manera es la única que me puedan dar trabajo.  


viernes, 8 de agosto de 2014

Los 80 años de Tino



Hay personas que por más que mueran siguen cumpliendo años, y es lógico felicitarles aunque ya no estén. Simplemente mirar al cielo o cerrar los ojos nos sirven para recordar a las personas que siguen a nuestro lado pero de otra manera.

Hoy día 8 de agosto, mi abuelo Tino cumpliría 80 años y yo daría probablemente todo el dinero del mundo para poder pasar este día junto a él. Sin embargo, me tengo que conformar con poder recordarle y hoy más si cabe, homenajearle una vez más.

Mi abuelo es mi ejemplo de mi vida, una persona que siempre hizo el bien, que nunca dejó de ayudar a los demás, aún habiendo personas que le hacían el mal. Siempre una sonrisa en la boca, aguantaba todo el dolor que probablemente podría llegar a tener por dentro.

Por lo tanto, él es y será mi héroe, y creo que los abuelos deben ser el referente de muchos jóvenes, aunque algunos les traten de "viejos" y no les hagan mucho caso a la hora de contar "batallitas". Pero todo ello es experiencia y sabiduría, que las trasladamos a nuestra vida diaria...

A veces lo que pienso de él cuando cierro los ojos no puedo plasmarlo en un papel...

Y éste es el caso...

jueves, 31 de julio de 2014

100 años de la muerte de Jean Jaurés

Tan grave como la situación internacional al igual que la probable e inminente guerra, ha sido el crimen atroz de esta noche en París del que yo fui testigo ocular. Es imposible que alguien que conociese a Jean Jaurés no pudiera quererle. Yo estaba cenando tranquilamente con un familiar y un amigo en el Café Du Croissant en la Rue Montmatre cerca de muchas oficinas de periódicos, incluyendo la de L’Humanité. Jean Jaurés también estaba cenando en el lugar con algunos diputados socialistas y miembros de L’Humanité. Llegó más tarde que nosotros. Hablé con él sobre las perspectivas de guerra y de paz. Como todo el mundo, temía que la guerra era llegase, pero todavía quedaba un poco de fe de que Sir Edward Grey pudiera tener éxito en la conciliación alemana. Pensó que si el gobierno francés hacía presión sobre Rusia y el gobierno alemán en Austria, el acuerdo podría llegar. Añadió, sin embargo, que temía que el gobierno francés no pudiera hacerlo. Las últimas palabras que me dijo fueron acerca de Anatole France, el cual debería estar muy afligido por la situación.

A eso de las nueve y media, cuando estábamos terminando de cenar, dos disparos resonaron en el restaurante. Al principio no entendía lo que había sucedido, y por un momento pensé que había un tiroteo en la calle. Entonces vimos que Jaurés estaba tirado en el banco donde estaba sentado y los gritos de las mujeres que estaban presentes nos alertaron del asesinato. Cabe aclarar que el señor Jaurés y sus amigos estaban sentados en un banco de espaldas a la ventana abierta del restaurante y los disparos provenían desde la calle. Jaurés recibió un tiro en la cabeza y un cirujano tuvo que llegar a toda prisa pero no pudo hacer nada. Jean Jaurés moría unos minutos después de cometer el crimen. Mientras tanto el asesino había sido capturado y entregado a la policía, que tuvo que protegerlo de la multitud que se había reunido con rapidez en la calle. A esa hora de la tarde la calle Montmartre estaba llena de voceadores en espera de las últimas ediciones de los periódicos de la tarde. Se dice que el asesino es un miembro de la Real Sociedad de Acción Francesa, pero aún no he sido capaz de descubrir si este informe es verdad o no. Un asesinato más a sangre fría y cobarde que nunca se debió cometer. La escena en el restaurante fue desgarradora, muchos hombres y mujeres se encontraban llorando y su dolor era terrible de ver. Todavía es demasiado pronto para decir cuál es el efecto de la muerte, pero puede ser considerable. Jean Jaurés ha muerto víctima de la búsqueda de la paz para la humanidad.


En cualquier caso, los chovinistas franceses y los reaccionarios no pueden eludir una gran parte responsabilidad de este asesinato. Durante años, sus órganos en la prensa han venido denunciando a Jaurés como un traidor vendido a Alemania y el lenguaje utilizado por Acción Francesa ha sido una incitación directa a su asesinato. He conocido a Jaurés bien y un hombre con tan gran corazón no he conocido nunca en mi vida. Él estaba libre de vanidad y ambición personal, entregó toda su vida al socialismo y a la paz. Su muerte es una pérdida terrible e irremplazable para el Partido Socialista en Francia. El gobierno proclama el luto nacional por la muerte de Jean Jaurés y pide a la población mantener la calma. Un registro se ha abierto en las oficinas de L’Humanité con el fin de que las personas puedan expresar sus condolencias. Cientos de personas se encuentran fuera de la oficina a la espera de poder entrar.

jueves, 14 de noviembre de 2013

¡Ayudadme, estoy secuestrado en Qatar!

Esta es la carta que Zahir Belounis, jugador francés,  ha enviado a Zinedine Zidane y a Pep Guardiola para que le saquen del país asiático.


Me llamo Zahir Belounis, futbolista profesional francés. Tras una discusión con mi club en Qatar, se me ha impedido regresar a Francia. No he vuelto a ver a mi familia desde junio de 2012 porque mi empresa no me quiere dar el visado de salida necesario para abandonar el país. Es un documento especial que sólo existe en este país y en Arabia Saudí. Yo no soy el único que está en esta situación. Muchos trabajadores que van a construir los estadios de la Copa del Mundo de 2022, sufren el riesgo de encontrarse en la misma situación que yo.  Cuando me han sugerido de escribirles, he pensado que ustedes han sido grandes futbolistas pero que también son grandes hombres, por lo que les pido que puedan intervenir o al menos intentarlo, para que las cosas se desbloqueen. Sé que están muy solicitados pero les pido por favor que me ayuden, estoy siendo una víctima.


Sé que son los embajadores de la Copa del Mundo de Qatar 2022. Lo han hecho con buenas intenciones, pero la realidad es que si Qatar no pone fin a su sistema de “visado de salida”, entonces habrá cientos, o incluso miles de personas que estarán atrapados aquí. Antes que mis problemas comenzasen, era un hombre feliz en Doha, mis dos hijas han nacido aquí y sé que muchos qataríes trabajan duro para que esta Copa del Mundo sea inolvidable, y lo será, estoy seguro.

Oriente Medio merece organizar este evento planetario, ya que será un medio excepcional de poder reunir a los hombres en un momento de hermandad entre todas las naciones. Por el contrario, a pesar de todas las buenas cosas que podría decir sobre este país que quiere emprender grandes proyectos, yo estoy viviendo una pesadilla desde hace meses a causa del "dukafala system", este sistema me está matando poco a poco y otros corren el riesgo de vivir la misma situación. He tenido la ocasión de comentarlo porque estoy viviéndolo desde dentro, por lo tanto, yo sabía que tenía esta ocasión para exigir un cambio por un mundo mejor.

Les pido que utilicen su influencia como embajadores de fútbol para hablar de lo que me está pasando y lo que le pasa a más hombres aquí en Qatar. La gente está mal atendida fuera de su país a causa de este sistema de visado de salida, el cual no debería existir. Nosotros necesitamos de personas como ustedes que aman el deporte y su imagen, para ser escuchados. Saben lo que es tener hijos. Imaginen lo que es vivir todos los días en una casa medio vacía (porque me prometieron darme el permiso de salida, vendí mis muebles,) y cuando tengo que mirar a mis hijos me siento avergonzado y me está afectando el tener que verlos en estas condiciones. Yo les hablo como padres de familia y también como exfutbolistas y les pido, por favor, que hablen y que hagan todo lo posible por ayudarme a regresar a mi país.

miércoles, 23 de octubre de 2013

El papa futbolero

Para algunos el fútbol se convierte en pura religión. Rituales estereotipados, encomendaciones a santos impronunciables, equiparaciones de estadios con catedrales…Para un niño argentino de nueve años, el fútbol es pura diversión.
Los domingos, cuando todos se preparaban para ir a misa como buenos cristianos, yo, como buen argentino, agarraba mi remera blaugrana del San Lorenzo y me dirigía hacia el Gasómetro acompañado de mi abuelo, que poca fe me promulgaba. 
Para mí, el Gasómetro era un templo. Un estadio donde cabían cincuenta mil almas cantando a coro por un mismo objetivo, la victoria de su equipo. Mi abuelo y yo nos sentábamos en la tribuna central, bastante alejados de las “barras bravas”, que por aquel entonces apenas tenían ni voz ni voto.  Él se encendía su buen habano, sin consentimiento de mi abuela, que le había prohibido fumar. Yo le miraba y sonreía, mientras me conformaba con mascar un palo de regaliz.
El fútbol era mi vida. Veía a los jugadores como auténticos dioses y siempre soñaba con llegar a ser uno de ellos. Recuerdo a René Pontoni, mítico delantero de aquel San Lorenzo campeón del Apertura en 1946. Era un delantero rápido, astuto, con muy buen juego aéreo. Jamás se me olvidará el día que conseguimos nuestro tercer título, fue ante Racing de Avellaneda.
Último partido de la temporada, esta vez, toda mi familia pecó y sustituyeron la misa por el fútbol. El estadio lleno hasta la bandera, mi abuela rezando un rosario, mi abuelo mordiéndose las uñas porque no podía fumar y mis padres vigilándome para que no me perdiera entre la multitud.
Necesitábamos marcar cinco goles a Racing para proclamarnos campeones. No iba a ser tarea fácil, al descanso íbamos cero a cero.  La desesperación me empezaba a crear angustia, decidí entonces hablar con Dios y pedirle encarecidamente que consiguiésemos esos cinco goles.
A la reanudación, no lo podían ver mis ojos, dos goles en apenas cinco minutos, el milagro podía lograrse. Pasaron los minutos y en el setenta llegaría el tercero y diez más tarde el cuarto. Yo estaba mirando al cielo, sabía que Dios nos estaba echando una mano. Llegó el minuto noventa y Pontoni, marcó el quinto con un cabezazo espléndido. Me levanté de mi asiento y grité: ¡Gracias Dios!

A día de hoy, en El Vaticano, todavía cuento aquella anécdota que me llevó a alcanzar la fe.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Los Soldados Negros de Francia

Durante la Segunda Guerra Mundial, la supervivencia del ejército francés estuvo muy ligada a la presencia en sus filas de soldados procedentes de sus colonias.  Cerca de 180.000 senegaleses lucharon y dieron su vida por Francia, además de una multitud de árabes. Los “tirailleurs”, como se conocía a los soldados venidos de todo el África Negra, defendieron al país galo como si de su propia patria se tratase. Sin embargo, el ejército francés no supo recompensar la labor de estos combatientes.
El 1 de diciembre de 1944 en la localidad senegalesa de Thiaroye, gendarmes franceses dispararon sobre un grupo de “tirailleurs”, quienes se manifestaban reclamando el pago al ejército galo por su labor en la contienda. El resultado fue de 35 senegaleses muertos y 34 fueron enviados a prisión. Hoy en día este hecho, se conoce como la Masacre de Thiaroye.
Si nos trasladamos al fútbol, 13 años antes, el 15 de febrero de 1931, sería precisamente un senegalés Raoul Diagne, quien se convirtiese en el primer jugador de color en jugar un partido con la selección francesa. Fue frente a Checoslovaquia en partido amistoso, demostrando unas enormes cualidades, consolidándose en el eje de la zaga francesa e incluso llegando a jugar de portero en varias ocasiones. Nacido en la Guyana Francesa y de padre senegalés, fue internacional un total de 18 veces con el combinado tricolor.

Raoul Diagne, primer jugador negro en jugar con Francia



Diagne fue el pionero, pero a esta larga lista de jugadores de color,  empezaron a añadirse numerosos nombres ilustres: Larbi Ben Barek (Marruecos), Xercès Louis (Martiníca), Marius Trésor (Guadalupe), Jean Tigana (Mali), Basile Boli (Costa de Marfil), Jocelyn Angloma y Lilian Thuram (Guadalupe), Christian Karembeu (Nueva Caledonia), Marcel Desailly (Ghana) etc. Sin embargo, el “boom” de estos jugadores fue sobre mediados de los 90, cuando en el once inicial de Francia había más jugadores de color que blancos.
No obstante, ya no eran solo jugadores “negros”, sino que a estos habría que añadirles los magrebíes. Fue el 4 de junio de 1924, cuando Pierre Chesneau argelino de nacimiento, era seleccionado con “Les Bleus” en los Juegos  Olímpicos de París.
El camino de los jugadores magrebíes y de África del Norte viene establecido por la época colonial. Entre los años 20 y 30, la selección francesa se nutría de argelinos europeizados, es decir, nacidos en Argelia pero de padres franceses. Con la presencia de Ben Barek en el once inicial desde 1938 hasta 1954, el Magreb vivió su época gloriosa. Tanto europeizados como no, convivían en armonía: Kader Firoud, Rachid Mekhloufi, Just Fontaine, Marcel Salva,  eran algunos de los once magrebíes que desde 1945 hasta 1962 formaron parte del combinado galo.
Sin embargo, el fin de la época colonial supuso un punto de inflexión. Ningún jugador magrebí fue llamado por la selección entre 1962 y 1976. En la década de los 70, únicamente dos jugadores, Farés Bousdira y Omar Sahnoun  jugaron en algún que otro partido sin importancia. Fue ya en la década de los 90 cuando regresaron los magrebíes liderados por William Ayache, para años más tarde abrir paso al mejor jugador de origen magrebí de todos los tiempos, Zinedine Zidane. Hoy en día continúan esta saga los Benzema, Nasri, Ben Arfa y compañía.
A priori, la presencia de tanto jugador extranjero, no debería suscitar ningún problema en una sociedad catalogada como la creadora de los Derechos Humanos. Sin embargo, puede escocer entre la población gala que selecciones como Alemania o España, tengan grandes jugadores en sus filas naturales de su propio país. En Francia el sentimiento patrio es muy elevado, por lo que se llega a creer que la presencia de jugadores de color en la selección, no representa el país.
Es curioso que los medios de comunicación galos, giren como veletas respecto al tema xenófobo en su combinado. Los éxitos, como pueden ser el Mundial del 98’ o la Eurocopa del 2000, encumbraron a todos los jugadores, sean blancos o negros, más allá de la Torre Eiffel. Pero los fracasos de la selección, no olvidemos la eliminación en las primeras rondas en los Mundiales del 2002 y del 2010 o las clasificación previas un tanto sufridas (Gol con la mano de Henry frente a Irlanda), siempre toman un cierto cariz racista. Si las cosas las hacen bien, estos jugadores de color se consideran franceses de pura cepa, en cambio, al mínimo fallo, les vuelven a situar en el sitio de su procedencia colonial.  Es curioso, que nadie criticaba el que hecho que Kopa fuera de origen polaco, o que Platini tuviera sangre italiana.
En definitiva e hilando con el comienzo del texto, los jugadores de color de la selección francesa son los “tirailleurs” del mundo del fútbol. Jugadores que se dejan el sudor en el campo y que quizás jamás serán recompensados como se merecen.
Jaime Bonnail @Jbonnail