Únicamente los más viejos del lugar pudieron llegar a ver a la “música” danzando sobre un terreno de juego. Matthias Sindelar (Moravia, Austro-Hungría, 1903-1939) era el director de la humilde orquesta austro-húngara en la época hitleriana, en la que el fútbol se concebía como una manera de evadir los problemas diarios.
Sindelar con la camiseta austriaca |
Poco nos duró esa sinfonía celestial sobre los campos, Matthias fue encontrado muerto en Viena junto a su compañera Camilla, el 23 de enero de 1939. Varias hipótesis se barruntaron: el doble suicido, tras inhalación de monóxido de carbono y sobredosis de medicamentos, fue la versión oficial de la Gestapo, pero la que sospechaba todo el mundo, es la del doble asesinato a manos de los Nazis, ya que se les relacionaba con los judíos y con los social-demócratas. Nada más y nada menos que 30.000 personas acudieron a sus funerales.
Sindelar era un auténtico opositor hitleriano, se negó a ponerse la camiseta austro-alemana tras el Anschluss, que supuso la anexión de Austria con Alemania. Afirmaba que él no iba a vestir la camiseta de un país que había masacrado a los suyos.
Zischek, Gschweild, Sindelar, Vogl y Schall, fueron los cinco magníficos de ese Wunderteam, en el que las melodías sonaban sin cesar dirigidas por “el Mozart del fútbol”, Matthias Sindelar. Recordamos aquel Mundial de 1934, en el que cayeron en semifinales ante la organizadora Italia por 1-0 tras un “robo” escandaloso. Ese tercer puesto lo disputarían frente a Alemania.
Sindelar, hijo de un humilde albañil, iba ese día de punta en blanco, como si de un concierto se tratase, sin embargo y a pesar de estar a la altura de las circunstancias, la selección alemana les derrotaría por 3-2. Conocido también como “hoja de papel”, Sindelar se colaba entre los contrarios sin hacer ruido, los cuales no le veían pasar por su extremada finura.
Hitler, ya con Austria anexionada, decidió celebrar un partido de despedida de esta selección frente a Alemania y Sindelar decidió participar como capitán del conjunto austriaco. Como era costumbre, el fino jugador se iba de todos los contrarios, sin embargo, al llegar a la portería alemana, echaba la pelota fuera. Por lo visto, los austriacos estaban amenazados con no meter gol en la portería contraria. Sindelar, ya en la segunda mitad, consiguió el gol, que a la postre sería su presunta sentencia de muerte, no solo por el hecho en sí, sino por el baile que se marcó ante la mirada atónita del Führer, quien creía que iba a alzar el brazo ante él.
450 goles repartidos entre el Hertha Viena y el Austria Viena, además de 27 en 44 partidos con la selección, le sirvieron para ser considerado como el mejor delantero del periodo de Entreguerras. Jaime Bonnail
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