Siempre tendemos a comparar el fútbol con un espectáculo, en efecto, es cierto, pero sobre todo si en el terreno de juego encontramos a un jugador como Joseph Ujlaki. Húngaro de nacimiento (Budapest,1929) su calidad era el reflejo de lo que el espectador soñaba en esos instantes. Él dotaba al balón de magia y lo hacía un ser animado, lo acariciaba para darle amor y él era correspondido; su único objetivo era hacer virguerías y chutar a puerta, algo egoísta por su parte, pero en el campo estaban él y el amor de su vida, el balón.
Joseph jugaba en el Ujpest Dosza de su país, le daba igual si era por la derecha, por la izquierda, arriba o abajo y ya fue convocado para el equipo juvenil húngaro donde llamaría a las puertas del Once de Oro de Ferenc Puskas, donde finalmente no llegó a debutar. Un dirigente del Stade Français, Georges Bayrou, rápidamente le echó el ojo y se lo llevó a Francia con tan sólo 18 años, más tarde firmaría por el FC Sète donde tras varias temporadas acabaría pidiendo la nacionalidad.
Tal era su amor por Francia, que tras el primer encuentro entre Francia y Alemania después de la guerra, el nuevo jugador internacional se emocionó al escuchar La Marsellesa cantada por 56.000 personas ansiosas de revancha. Ujlaki abrió el marcador en el minuto 4 y los franceses acabarían ganando el encuentro por 3-1 ante la posterior campeona del Mundo que dirigía Fritz Walter, el que manifestó al final del partido: "Francia cuenta con dos jugadores, Bonifaci, que no me dejo jugar, y Ujlaki, al que adoro".
Fichado por el Niza, el "Señor Jo" acabaría siendo el máximo goleador de Le Championnat con 17 goles junto con Fontaine. El de Budapest, hacía las delicias del público, hábil con los dos pies y con la cabeza, precisamente los puntos débiles del mejor jugador francés de la época, Raymond Kopa. La armonía entre Ujlaki y Kopa en la selección francesa fue algo utópico. Al húngaro no le gustaba que le mandasen y los dirigentes de la FFF le acusaron de apático, apostando por Remois, futuro jugador del Madrid para su posición en la selección gala.
Al pobre Joseph, no le gustaba que le criticasen y más aún sin juicio alguno, no se habían molestado siquiera en conocerle. Tras su paso por el Niza, se marcharía al Racing Club de París donde perdió el título de liga por culpa del golaverage frente al Stade Reims de Kopa. Joseph Ujlaki colgaría sus botas a los 36 años y todavía podía mostrar detalles de su calidad: cuando la pelota estaba mojada y pesaba un mundo, él seguía controlando, levantándola y golpeándola cual proyectil y lo que más llama la atención, haciendo regates a 50 centímetros por encima del césped. Ahora, en el cielo de los futbolistas sigue bailando al son del balón.
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