...Erase
una vez un niño llamado Hamish que vivía en un pequeño pueblo. A Hamish desde
que era un enano le había gustado mucho el fútbol y siempre había soñado con poder jugar
un Mundial.
Ya
despuntaba en el equipo de su pueblo donde se sentía muy feliz e incluso llegó a debutar
con los mayores. Nunca olvidará ese debut el 13 de enero de 2001. Jugaba todos
los fines de semana y los ojeadores ya se fijaron en él. Al año siguiente
recibió una oferta para irse al Real Madrid. Sus padres, sin dudarlo, aceptaron
la proposición del club blanco por lo que decidieron embarcarse en esta nueva aventura.
Hamish
empezó la temporada con el Real Madrid un poco nervioso, no acertaba con la
portería rival, perdía balones tontos, así que el entrenador decidió no contar
con él. ¿Qué le pasaba al pobre chaval? Se preguntaban los técnicos. Un día
hablando con el psicólogo del club, Hamish decidió contar lo que le pasaba. El
joven añoraba su anterior equipo, echaba de menos la gente de su entorno. Viendo esto, el
entrenador y sus ayudantes decidieron mandarle cedido al equipo donde comenzó a
jugar para que se sintiera querido y pudiese madurar. Hamish decidió quedarse
en Madrid y marcharse los fines de semana a su pueblo para jugar con su equipo,
no quería perder la oportunidad de estar en una capital como Madrid pero tampoco quería dejar de estar en su tierra añorada.
Al año
siguiente, Hamish cumplió los 16 y otra oferta le llovió del cielo. Tenía la
oportunidad de jugar con el Paris Saint-Germain. Su familia se lo pensó
bastante, tenía que dejar Madrid y lo que era más importante su equipo del
alma. Al final su familia le obligó y viajaron a la ciudad del amor.
Los
primeros meses de Hamish en Paris no fueron muy buenos, seguía echando de menos
su equipo, su gente. Aun así él intentaba esforzarse lo mejor posible para que
su nuevo equipo consiguiese el campeonato liguero. Y así fue, el PSG consiguió
el título juvenil y Hamish pudo disfrutar de un verano placentero.
Ese
verano decidió regresar a su pequeño pueblo a ver a sus amigos. El equipo
francés le tenía prohibido jugar al fútbol con otro equipo que no fuese el
suyo, sin embargo, Hamish no podía evitar jugar algún partidillo amistoso con
el equipo de su vida. El PSG nunca se llegó a enterar de esto y al acabar el verano el jugador regresó a París.
Ya con
17 años a sus espaldas, la joven promesa siguió haciendo las delicias del
público francés. Parecía que ya estaba más asentado y no echaba tanto de
menos a los suyos. Pero el contrato en
Paris se le acababa y el Real Madrid volvió a llamar a su puerta.
Con la
mayoría de edad, ya jugaba en los canteranos del Madrid y la selección se fijó en él. Ya casi no iba a su pueblo a ver a los suyos pero muchas veces sentía la
imperiosa necesidad de volver a su localidad natal. Hamish debutó en las
categorías inferiores de la selección y
llegó a jugar incluso en el primer equipo del Real Madrid.
A los
23 años, tuvo una lesión importante que le condenó a estar casi toda la temporada
de baja. Hamish se entrenaba a tope con
el Real Madrid pero no estaba agusto. Con la lesión, no era feliz y en su cabeza
seguía rondando la felicidad que tenía en su pueblo con los suyos.
Un día,
Hamish se sentó a hablar con su presidente, le dijo que quería volver al equipo
de su vida. Quería volver a ser feliz, jugar en su pueblo le
daría la plena felicidad. El presidente accedió a su petición y el joven volvió
a vestirse de corto el 7 de noviembre ante el mayor rival de su equipo. El
público se puso en pie aplaudiéndole, amigos y familiares llevaban pancartas
con su nombre. Esa noche fue mágica, ya que Hamish consiguió un Hat-trick y se
llevó el balón firmados por sus compañeros. En la rueda de prensa, el bajito
extremo izquierdo prometió llevar a lo más alto al equipo de su vida.
Pasaron
casi dos temporadas, en los que Hamish fue de más a menos. No estaba acertado,
pasaban las jornadas y no marcaba, el público le criticaba y su equipo ya le
daba un ultimátum. ¿O vuelves a ser el de antes o te vas?
Hamish,
actualmente está lesionado pero su sueño sigue presente: volver a ser el que
era y llevar a lo más alto a su equipo desde los 14 años. Es lo que más desea y
no parará hasta conseguirlo…
Hamish tiene que aprender que no se consigue gran cosa con un solo día de gloria. Si uno quiere conseguir ser el mejor en algo, o simplemente tener lo que uno quiere, por lo que uno ha luchado siempre, debe trabajar todos los días.
ResponderEliminarHay unos versos que a mi me gustan especialmente y dicen asÍ:
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Un poco todos los días, hacen más que un aluvión en una sola ocasión. Díselo a Hamish de mi parte.
Un beso corazón.
Me ha encantado esta historia.
ResponderEliminarUn saludo.