martes, 27 de noviembre de 2012

Rudi Hiden: La elegancia se tiñe de negro




Pura moda, pura elegancia en la vestimenta. Esa era la característica principal de Rudi Hiden (Graz,1909). Su jersey negro con cuello blanco, su chaqueta de lana y su gorra blanca de cuadros, causarían furor en las pasarelas de los campos de fútbol.

A principios de los años 30, el portero austriaco era una figura esencial para su selección. Hay gente que piensa que si no hubiese sido por la guerra, Austria podía haber ganado la Copa del Mundo, bajo las órdenes de Hugo Meisl.

Hiden era un excelente guardameta, veía el peligro como nadie, lo que le hacía anticiparse a las jugadas con gran rapidez. Sin embargo, su trabajo muy pocas veces se veía recompensado. La labor de portero, es una tarea dura, hay que tener una gran fuerza mental. De repente, la soledad puede acusarse en los momentos de más peligro, pero Rudi en eso no fallaba, siempre en sus pensamientos solitarios había un balón, un sólo objetivo.

Con la llegada del nazismo al poder, el austriaco marchó al Racing Club de París, donde se convirtió en el alma máter. Su 1,84, le permitía abrirse paso entre la defensa para alcanzar los balones más altos, incluso a ras de suelo iba bien, tanto como con los pies, como con las manos. Esto hacia que sus compañeros se sintieran mucho más seguros.

Poco tardó en conseguir la nacionalidad francesa tras la enorme contribución hacia el país galo. Debutó ante Portugal venciendo por 3-2, pero llegó la guerra y puso fin a su carrera. La última gran alegría que se llevó Hiden, fue la consecución de la Copa de Francia contra el Olympique de Marsella, tercer título en cinco años. La semana después. el presidente del Racing Club de París, Jean-Bernanrd Levy, fallecía en Bélgica a causa de una granada. Por su parte, Hiden cayó en depresión tras sufrir la amputación de una pierna. En Septiembre de 1973, el portero austriaco fallecía en el más negro ostracismo, apenas unas lineas en los periódicos de la época le recordaron...